Quizá, la Belleza sea uno de los valores más distorsionados hoy en día, debido a la cultura, la moda, la televisión y el cine. Esta distorsión suele centrarse particularmente en el aspecto físico. Muchas veces, por no encajar en el “estereotipo” del momento, caemos en una baja autoestima.
En el lado opuesto, quién cree “encajar en el estereotipo” pero no tiene bien asentado el valor de la tolerancia y el respeto, puede caer en el trato inadecuado y en la exclusión de aquellos que “supuestamente” no se ajustan al parámetro. La belleza física, como tal, es muy relativa, varía con las épocas. Las modas, con sus cosas buenas y malas, son pasajeras, el concepto de belleza preceptuado hoy por los grandes diseñadores, mañana será otro. Nuestra autoestima no tiene por qué estar sujeta a esas mismas reglas.
Todos sabemos que, en realidad, el atractivo sexual no depende necesariamente de la “belleza de moda”. Intervienen otros aspectos más complejos relacionados con los rasgos de personalidad, la historia personal, los instintos y ese “no sé qué” del lenguaje popular que llaman “química”. Conviene buscar definiciones de Belleza más amplias, vinculadas, por ejemplo, a la Armonía entre la forma de las cosas y su propósito, los que nos lleva a considerar que un acto o una palabra pueden ser bellos, una obra de arte, un cuerpo, aunque no se ajuste a los estereotipos.
