La sociedad actual valora en exceso la propia personalidad y las posesiones materiales. Sabemos que el individualismo, el consumismo exacerbado, que convierte en objeto de consumo, incluso, a los demás, el exceso de tolerancia retándole importancia a las obligaciones, la corrupción, el sacar ventajas de los demás, el engaño (y el auto-engaño), la falta de límites en las propias familias, la poca tolerancia a la frustración, la vulgaridad, el no darle valor a la propia palabra, la falta de cortesía y elegancia en las acciones, están a la orden del día. Sin embargo, entre los jóvenes, hay un deseo por mejorar la sociedad y son conscientes de ciertos valores que necesitan ser renovados.
Prioridades
De acuerdo con un estudio estadístico presentado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), realizado en España antes del 2014, podemos saber que, en orden de importancia, la prioridad de los adolescentes. Esta está en la familia, la salud, la amistad, el trabajo, los estudios y la sexualidad. En este sentido, se buscan personas en las cuales poder confiar, relaciones familiares buenas, éxito laboral, riqueza material y bienestar en las relaciones sexuales. En general, tienen una opinión tolerante y abierta respecto a temas de la vida personal, las diferentes orientaciones sexuales, el aborto y la eutanasia. Aunque no hay mucho interés en la política, existe una tendencia a pensar que la sociedad necesita ser cambiada. Según estos mismos estudios, existen todavía unos modelos muy marcados que habría que modificar y aun condicionan mucho el desarrollo de la personalidad adolescente.
Modelos caducos
El varón “tiene que ser” fuerte, auto suficiente, valiente, capaz de competir con otros, controlar la situación e incluso pelear si es necesario. Tiene “permiso” de mostrar su deseo sexual con mayor naturalidad. En el caso de la mujer, por otro lado, aunque el estereotipo no es tan patente, aún se pretende especialmente “que sea” atractiva físicamente, sensible, sumisa, pasiva, comprensiva, dependiente con los afectos, “débil” (quizá en vistas a un futuro más “hogareño”, al cuidado de sus hijos) y más discreta en la expresión de su deseo sexual. Aunque han habido cambios respecto a las generaciones anteriores y hoy existe una mayor libertad sexual, todavía se mantienen estereotipos caducos con tinte machista: el varón con muchas relaciones sexuales es muy valorado, al contrario de la chica, que se la desacredita. Entonces, parece que es necesario despertar en ellos un mayor espíritu de renovada conciencia. Esa es nuestra oportunidad hoy.
Renovar valores
El punto de partida es el Amor a uno mismo. El individuo es valioso. El segundo punto es parecido: Los demás también son valiosos. La Humanidad es una. La manera en que eduquemos hoy determinará inevitablemente la sociedad futura, por lo cual, hay que preparar una base solida, de rasgo universal en sus alcances, clara en la manera en que se presente y constructiva en su desarrollo. Cuando ambos principios (el valor del individuo y la Humanidad Una) se integren, el tener una mayor visión y amplia cultura será más sencillo, dando por resultado un más fácil reconocimiento de las propias responsabilidades como parte integrante de la humanidad.
