La espiritualidad es un concepto que ha sido abordado de diversas maneras, pero no siempre ha sido bien comprendido. Por regla general, se suele asociar a las tradiciones religiosas, aunque concepciones más modernas del término parecen relacionarla más con el arte o con expresiones “laicas” de comunión con “uno mismo”, referidas especialmente a la búsqueda de un sentido, quizá una conexión con algo más elevado que nuestra simple personalidad, pero residente en nuestro mundo interior.
La espiritualidad, sea lo que sea, parece necesitar un espacio en el cual desarrollarse y unas condiciones apropiadas, como si se tratase de un jardín a cultivar. Existen diferentes procesos (tanto internos como externos a nosotros) que relacionan el campo de la espiritualidad con la búsqueda de respuestas a preguntas existenciales, la posibilidad de conectar con lo sagrado, trascendente o divino, ya sea a través de la meditación, las prácticas religiosas, la búsqueda activa de la verdad o simplemente a través de la introspección.
Puede ser un camino solitario de autodescubrimiento o una experiencia compartida.
En última instancia, la espiritualidad es un viaje personal y único para cada individuo. Sin embargo, aunque no parezca que haya una definición única o una forma correcta de entender la espiritualidad, es importante tener una comprensión lo más exacta posible de su significado para poder desarrollarla.
En los próximos posts, examinaremos con más detenimiento los diferentes aspectos de la espiritualidad, desde sus distintas modalidades de expresión hasta sus aplicaciones prácticas en nuestra vida diaria. Intentaremos hallar un foco y una metodología para que nos sirva de orientación en la búsqueda de nuestro propio camino.