Desnudar el Indicio

 

 

¿Por qué desnudar un indicio? Estamos envueltos en el discurso, la vida diaria se construye a partir de actos, pensamientos y palabras en un todo discursivo. La sumersión es tan potente y el ritmo habitual nos absorbe de tal manera que no nos apercibidos de aquello que condiciona y atraviesa lo cotidiano. Observamos que las cosas son de una manera pero intuimos que podrían ser de otra. 

¿Por qué “la vida es como es”?

Realizarse esta pregunta cada vez que amanecemos nos mantiene vivos, más conscientes de nosotros y nos permite adquirir gradualmente una cierta lucidez. Sí, esa misma lucidez que manifiestan muchos grandes pensadores. ¿Qué es el indicio? Tal vez un resquicio, algo así como una ventana por la que entra luz,  una abertura a través de la cual intentamos entrever, con sumo cuidado,  aquello que podría ser el funcionamiento de nuestro mundo.

Preguntarse el por qué de “las cosas que son como son”, significa indagar en los velos que recubren la escritura de lo cotidiano, despojándola de sus vestidos. Se dice que la vida tiene un carácter trágico porque realmente no podemos elegir. Sin embargo, nadie nos puede quitar la posibilidad de ser lúcidos. O al menos, asumir el riesgo de buscar esa lucidez. Reconocer que existen cuestiones que no se perciben a simple vista y encontrarlas para quitarles la vestimenta que las cubre, nos permite modificar nuestra vida y andar el camino a la luz del día. Si no nos preguntamos cada día por qué “las cosas no son de otra manera”, el Tiempo, aquél que los antiguos llamaban el devorador de los sueños, nos sumergirá en los automatismos de la rutina, la resignación y la apariencia de una vida que nunca cambia.

Leonardo Golia Vincent

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